~ Parte 6 de 6 artículos escritos originalmente en inglés por el pastor Chad Vegas en el blog del Dr. R. Scott Clark
Sovereign Grace Church aún no ha aterrizado en un hogar denominacional. Estamos estudiando, investigando y orando. Al buen estilo reformado, estamos tratando de movernos lenta y deliberadamente, haciendo todo decentemente y en orden. Este paso no ha sido fácil para nosotros; hemos vivido en un mundo eclesial donde hablamos de nuestra catolicidad como algo tan amplio que elegimos no unirnos a ningún grupo. No queremos ser como esas «denominaciones divisivas», no importa que aparentemente no podamos encontrar ningún grupo de iglesias digno de nuestro compromiso. Somos como el hombre que siempre está saliendo con alguien y nunca puede encontrar una mujer digna de casarse. Sin embargo, esto probablemente dice más sobre nosotros que sobre las denominaciones disponibles; de las muchas razones que impulsan nuestra decisión de encontrar un hogar denominacional de manera tan lenta y deliberada, dos se destacan claramente.
En primer lugar, me volví cada vez más consciente de los problemas que han enfrentado todas las iglesias en los Estados Unidos a lo largo de su historia. Las doctrinas progresistas han dejado a las iglesias libres de sus amarras confesionales. Los ministros y miembros de iglesias han optado por estar más interesados en ser doctrinalmente correctos que en crecer en piedad, o están más interesados en cruzar espadas teológicas con amigos que en proclamar el evangelio a los enemigos perdidos de Dios; fingen la apariencia de piedad pero niegan su poder. Hay hombres que están más comprometidos a obtener la aprobación del mundo incrédulo que a anunciar la ofensa de la cruz de Cristo. Dependiendo de la temporada, puedo ser culpable de ser uno de esos ministros, accionado por un impulso fundamentalista de tener una iglesia pura en este lado del cielo. Debo tener en cuenta el hecho de que incluso la iglesia más pura bajo el cielo está sujeta a la mezcla y al error (Confesión de Fe de Westminster 25.5). Aunque pueda que luche con estas dificultades, no quiero unirme a una denominación de ministros que acostumbran comportarse de estas maneras regularmente.
En segundo lugar, comencé a notar una tendencia con respecto a las misiones entre los que son confesionalmente reformados que realmente me molestaba. Sovereign Grace es una iglesia profundamente involucrada en los esfuerzos misioneros. No estaba viendo el mismo compromiso con las misiones y la plantación de iglesias entre aquellos que son confesionalmente reformados, al menos no en la medida en que estaba leyendo sobre ello históricamente; las personas que son confesionalmente reformados tienen una sólida historia misionera y de plantación de iglesias. Muchas denominaciones e iglesias de hoy parecen estar más interesadas en controlar sus sutilezas doctrinales que en alcanzar a los perdidos y participar en la tarea de las misiones mundiales; me preguntaba si perderíamos nuestro celo misionero al unirnos a uno de estos grupos; no quería convertirme en «viejo, enojado y reformado».
Estas dos inquietudes comenzaron a ser respondidas por primera vez en el 2015 cuando fui con algunos de los hombres de mi iglesia a la conferencia Shepherds’ Conference. Ese año hablaron dos hombres que han jugado un importante papel en mi comprensión de cómo pensar a través de mis preocupaciones.
El primer hombre fue el Dr. Carl Trueman, quien para entonces ya se había convertido en un amigo. Carl no estaba interesado en comer en la cena de los oradores, prefería comer con todos los demás (véase sus preocupaciones sobre la cultura de las celebridades en el conglomerado evangelístico – o Big Eva, como se le conoce en inglés); por lo tanto, enviamos un mensaje de texto sobre reunirnos para cenar por los camiones de comida, donde comen la mayoría de los asistentes. Esa noche le dije a Carl que nuestra iglesia tenía un pie en dos mundos eclesiales. Él respondió: «sé un buen bautista, o sé un buen presbiteriano; pero no trates de ser ambos». Me había dicho esto antes, pero esta vez estaba listo para una contrarrespuesta; repliqué: «bueno, incluso si mi iglesia se volviera presbiteriana o reformada algún día, ¿a qué denominación nos uniríamos? Todos parecen tener sus problemas». Carl respondió algo como, «nunca te casas con una mujer ideal; te casas con la mujer con la que te casas junto con todas sus fortalezas y debilidades, fallas e idiosincracias». Amablemente me dijo «deja de ser un cismático y supéralo».
El segundo hombre fue Ian Hamilton. Conocí a Ian por accidente en la mesa de Banner of Truth en esa conferencia. No tenía idea de cómo ese encuentro providencial se convertiría en una estrecha amistad; Ian se ha convertido en una especie de mentor ministerial para mí. Nuestra relación creció a través de una serie de conferencias en Bakersfield y en otros lugares; el Señor ha usado a Ian para moldear a los pastores de nuestra iglesia de varias maneras. Nos instó a considerar nuestra responsabilidad de conocer a las ovejas, particularmente a través de la visita pastoral; me animó a exaltar a Cristo en todo mi ministerio; es un amigo fiel y un aliento para mí. También fue pastor de la Iglesia de Escocia y de la Iglesia Evangélica Presbiteriana de Inglaterra y Gales. Ian está comprometido por principio con el presbiterianismo; está comprometido con esa forma de gobierno eclesiástico, incluso frente a sus problemas, porque cree que es bíblico. Admiro a un hombre que puede establecerse y vivir con el coraje de sus convicciones, aún cuando hacerlo sea costoso y difícil.
Tan importante como esas convicciones con Ian y Carl fueron para mi pensamiento, fue ver a Ian vivir la convicción de la doctrina reformada, la piedad y la práctica lo que realmente me asentó. Ian cree en las Normas de Westminster; las ama como una fiel exposición de la doctrina bíblica. Ian también ama la piedad y la práctica ministerial que fluye de ellos. Lo que ha sido tan fundamental para mi propio desarrollo es haber presenciado esto.
Ian hablaba a menudo de cómo la adoración es regulada por las Escrituras; la palabra de Dios da forma a la adoración del pueblo de Dios. Sabía esto intelectualmente; sin embargo, lo consideré más como una restricción de los hombres reformados de la vieja guardia que como una doctrina que libera a los ministros del evangelio. No tenía que ser creativo para llevar a cabo el tipo correcto de servicio de adoración; necesitaba ser fiel a la predicación de la Palabra, la oración, el canto, y la lectura de las Escrituras en público y la administración de los sacramentos. Era libre de confiar en que el Espíritu Santo obraría eficazmente a través de los medios decretados que le dio a la iglesia; sabía esto doctrinalmente, pero fue cuando Ian se preparaba para la adoración, oraba en adoración, leía las Escrituras públicamente y predicaba a Cristo que vi a un hombre piadoso completamente convencido de que la iglesia estaba ascendiendo al monte de Sión por el Espíritu Santo y escuchando al Señor Jesús mismo. La sencillez y la belleza de la adoración reformada me cautivaron.
Ian le comprobó a nuestros hombres que podíamos confiar en los medios ordinarios de gracia en nuestra práctica ministerial. Nuevamente, sabíamos acerca de los medios ordinarios de gracia; sabíamos que el Señor le dio a la iglesia, particularmente a sus ministros, el encargo de predicar, orar, administrar los sacramentos, etc. Éramos hombres que nunca habían interactuado con un ministro de más edad que había pasado su vida dependiendo del Señor para trabajar a través de esos medios ordinarios. Ian nos mostró y nos habló sobre cómo la poderosa obra del Espíritu Santo atiende a estos medios ordinarios. Aprendimos a dejar de buscar al próximo programa, técnica o medio constituido que realmente marcaría la diferencia para nuestra iglesia. Finalmente pudimos dejar de ser inquietos en la piedad y la práctica; podíamos descansar en la obra del Espíritu Santo mientras administrábamos fielmente lo que la palabra de Dios manda que hagan los ministros de Cristo.
Al concluir esta serie, deseo humildemente presentar un reto a mis hermanos reformados. Si los reformados tienen una doctrina, piedad y práctica bíblica, entonces nosotros deberíamos ser los evangelistas y misioneros más comprometidos. Tenemos este evangelio glorioso, la mejor noticia que el mundo jamás podría escuchar; deberíamos gritarlo desde los tejados. Tenemos una adoración que es lo suficientemente simple como para ser practicada en una catedral o una cueva. Creemos que somos llevados al cielo por el Espíritu para escuchar a nuestro Señor. ¿Cuán glorioso es eso? No necesitamos coros festivos medievales, homilías inspiradoras, olores, campanas y velas, ni necesitamos el equivalente moderno de iluminación robotizada, difusores de niebla, videos ingeniosos, bandas de rock y sermones inspiradores que equivalen a poco más que terapia de grupo. Todo eso es tan trivial a la luz de la serie y gloriosa realidad de lo que el Señor le da a su iglesia a través de los medios ordinarios de gracia.
Sí, nuestra práctica pastoral es ordinaria; somos responsables de llevar a cabo un ministerio visible en la iglesia visible. No cambiamos corazones y mentes; predicamos la palabra, oramos, administramos los sacramentos y visitamos a los miembros en sus hogares; es el Señor quien hace el trabajo interno. Hay una verdadera sensación de «descanso» aquí. Hay una verdadera libertad en nuestro entrenamiento y envío de evangelistas, plantadores de iglesias y misioneros; sabemos exactamente cómo capacitar a los plantadores de iglesias y misioneros para su obra; incluso se resuelve el aparente misterio de las misiones internacionales. Entrenamos a nuestros misioneros para que administren los mismos medios de gracia que nuestros pastores administran aquí; la única diferencia es que lo hacen entre los de otra lengua y cultura. Es el acoge de estas realidades a mis 50 años lo que me hace felizmente «viejo, descansado y reformado». Mi oración es que muchos ministros jóvenes me acompañen.
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Parte 5
El Boletín Reformado