~ Parte 1 de 6 artículos escritos originalmente en inglés por el pastor Chad Vegas en el blog del Dr. R. Scott Clark. ~
Escuché por primera vez la terminología de los «cinco puntos del calvinismo» a mediados de la década de 1990 de un pastor de jóvenes en nuestra megaiglesia evangélica. Él estaba convencido de que el calvinismo es verdadero y bíblico. Una noche, mi esposa y yo fuimos a cenar con él y mencionó el tema de la elección soberana. Discutí con él durante la mayor parte de la cena; esta no era una doctrina que estaba dispuesto a aceptar. Pensé: «Mi Dios no sería tan injusto como para elegir a algunos para la salvación». No me uniría a ninguna secta que este hermano me estuviera animando a adoptar.
Mientras mi esposa y yo condujimos a casa, le dije que simplemente no podía creer en tal deidad; estaba luchando fuertemente con pasajes como Romanos 9 y Efesios 1. Leí estas escrituras en casa esa noche y le dije a mi esposa: «La biblia dice claramente lo que dice nuestro pastor, pero me niego a creer en este Dios». Ella tranquilamente me dijo que se dirigía a la cama. Me quedé despierto durante horas leyendo el texto bíblico una y otra vez; lo que finalmente me llevó a someterme al Señor fue Romanos 9:16: «Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia». No estaba seguro de qué hacer con todo esto, pero sabía que la biblia lo enseñaba; también sabía que era incapaz de negar que la biblia es la palabra de Dios.
Fui invitado en octubre de 1998 a una conferencia de Ligonier en Los Ángeles. Los hombres que iban a predicar eran R. C. Sproul, John MacArthur, Sinclair Ferguson y Jerry Bridges; no reconocía ninguno de esos nombres. Fui a Ligonier porque sabía que necesitaba aprender más biblia y doctrina. Recuerdo estar sentado embelesado por la predicación de estos hombres; nunca había oído tal predicación. Salí de Ligonier con el deseo de leer y aprender la doctrina cristiana y con una pila de libros. El Espíritu Santo prendió un fuego en mi corazón por aprender y enseñar la Palabra de Dios, el cual continúa ardiendo hasta el día de hoy.
Mientras conducía a casa de la conferencia, les pregunté a los hombres con los que asistí si nuestra iglesia era dispensacionalista o pactual (de la teología del pacto). Me informaron que éramos dispensacionalistas; estaba satisfecho con esa respuesta, ya que no sabía la diferencia de todos modos. En un año me matriculé en Talbot School of Theology para poder estudiar aún más seriamente. Amé cada minuto de mis estudios en Talbot; no quería hacer nada más que estudiar y enseñar la palabra de Dios a otros.
En octubre de 2000, fui llamado a servir como pastor de jóvenes en la megaiglesia evangélica donde mi esposa y yo éramos miembros; serví allí hasta el verano de 2006. Estaba iniciando mi experiencia ministerial en nuestra «iglesia con propósito». Enseñé y practiqué los métodos de ese movimiento. Nuestra iglesia estaba llena de muchas personas amables y caritativas, serví con pastores que genuinamente buscaron ser fieles para ayudar a nuestra congregación. Esto era todo lo que conocía. Al mismo tiempo, estaba completando mi educación en el seminario y me di cuenta cada vez más de que había comenzado un cambio teológico.
Para el 2004 yo era un dispensacionalista, algo calvinista, capacitado en un seminario, comprometido con la predicación expositiva. Asistía a la conferencia de pastores (Shepherds’ Conference en inglés) cada año ya que mi comprensión de la doctrina, la adoración y la práctica del ministerio se alejaba rápidamente de la de mis colegas evangélicos “seeker-friendly” (sensibles a las preferencias de personas en busca de Dios o de algo religioso); tenía una creciente convicción de que probablemente necesitaba pasar a un ministerio más alineado con mi dirección teológica; el problema que tenía era que no sabía a dónde pertenecía.
Al leer varios libros de Banner of Truth, particularmente la biografía de dos volúmenes de D. Martyn Lloyd-Jones por Iain Murray, sabía que necesitaba moverme en una dirección más calvinista en el ministerio. Simplemente no tenía idea de lo que eso realmente significaba. Sabía que había descubierto un tesoro de valor inestimable; no sabía cuán amplio sería el cambio que traería a mi vida y mi ministerio. Espero exponer estos cambios en una serie de artículos donde trazaré mi periplo al descubrimiento de la confesión reformada.
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El Boletín Reformado