~ Parte 4 de 6 artículos escritos originalmente en inglés por el pastor Chad Vegas en el blog del Dr. R. Scott Clark. ~
En mi camino hacia el descubrimiento de la confesión reformada, se desarrollaron múltiples cambios en mi vida. Así que quiero tomar un momento para retroceder cronológicamente en mi historia. Cuando comencé el esfuerzo de plantar iglesias, me reuní con un hombre llamado Bob Brady, quien era miembro de mi iglesia anterior. Bob era un experto en crecimiento de la iglesia solicitado a nivel nacional que se capacitó bajo la enseñanza del Dr. Donald McGavran en el Fuller Theological Seminary. Bob se había arrepentido públicamente de sus esfuerzos de crecimiento de la iglesia después de pasar por su propia reforma teológica y convertirse en anciano de una iglesia PCA en Bakersfield. Bob invitó a un par de personas de la iglesia a almorzar en su casa para hablar sobre la plantación de iglesias; nos contamos nuestras historias sobre cómo habíamos cambiado en la doctrina y la práctica, y le pregunté a Bob específicamente sobre la plantación de iglesias a la luz de su cambio en el método ministerial. Nunca olvidaré cómo respondió.
Bob nos contó historias de reuniones en las que estudió el crecimiento de varias megaiglesias, tratando de encontrar la causa del rápido crecimiento que estaban experimentando; luego reflexionó sobre la reunión con John MacArthur y su personal. Grace Community Church en Sun Valley estaba creciendo exponencialmente en ese momento. Bob dijo que el equipo de crecimiento de la iglesia preguntó por qué la iglesia estaba creciendo y John MacArthur respondió: «bueno, no es el ponche y las galletas». Entonces MacArthur se inclinó hacia delante, miró al equipo y dijo: «¡Predica la palabra! ¡Predica la palabra! ¡Predica la palabra!» Bob me miró y dijo: «Pensé que John MacArthur era tan ingenuo. Ni siquiera sabía por qué su propia iglesia estaba creciendo; estaba tontamente equivocado. Chad, predica la palabra. Eso es lo que el Señor te ha dado para hacer».
Sin embargo, yo estaba en un pequeño dilema de plantación de iglesias. Uno de los miembros principales de mi equipo, Jason Faber, era reformado holandés. Felizmente podría confesar los Estándares de Westminster o las Tres Formas de Unidad, incluso los artículos relacionados con el bautismo de los bebés de creyentes. Me gustaban ambos conjuntos de confesiones, y había estudiado el tema lo suficiente como para saber por qué Jason tenía puntos de vista reformados sobre el bautismo, simplemente no creía que estuviera en lo correcto. Pude ver cómo el bautismo de los hijos de los creyentes se derivaba de la teología pactual que yo estaba adoptando, simplemente no pensé que fuera necesario. Además, realmente no tenía idea de cómo se debían usar las confesiones en una iglesia; pensé que eran buenos resúmenes históricos de las doctrinas que estaba llegando a comprender, simplemente expresadas en un lenguaje superior al que yo empleaba. Nunca pensé en ellos como estándares subordinados, expresando lo que estaba contenido en la Biblia, que gobernaría la doctrina, la adoración y la práctica del ministerio de la iglesia local.
Fue en esta temporada de ministerio que me encontré con la Segunda Confesión de Fe Bautista de Londres (de aquí en adelante «2LCF» por sus siglas en inglés). Estaba emocionado por el descubrimiento de esta confesión, ya que quería que hubiera una Confesión de Westminster («WCF» por sus siglas en inglés) para los bautistas y resultó que ya existía (aunque nunca fui un congregacionalista en mi comprensión del gobierno de la iglesia). No sé si me encontré por primera vez con la 2LCF en una mesa de libros en la Conferencia de Pastores («Shepherds Conference») o Juntos por el Evangelio («Together for the Gospel»), simplemente estaba encantado de haber descubierto un documento que demostraba que Jason y yo estábamos estrechamente relacionados doctrinalmente; Jason podía acoger la WCF mientras yo acogía la 2LCF; solo bautizaríamos a los nuevos creyentes en nuestra iglesia, pero permitiríamos que los bautizados en su infancia en otros lugares se unieran a nuestra membresía.1 Habíamos encontrado nuestra solución.
Plantamos Sovereign Grace firmemente en la corriente eclesiológica del conglomerado evangélico (de aquí en adelante «Big Eva» en inglés).2 Queríamos ser una iglesia que reflejara todo lo que estábamos viendo de pastores como R. C. Sproul, John Piper, Mark Dever, Al Mohler, John MacArthur, Ligon Duncan y Alistair Begg. No queríamos elegir un equipo denominacional; deseábamos una especie de catolicidad que nos llevó a tener una eclesiología subdesarrollada. Crearíamos una iglesia que fuera un crisol donde se mezclaría lo que nos gustaba de cada uno de estos hombres. Lo que esto significaba era que, en gran medida, yo fui el que escogí entre estos hombres. Realmente no teníamos una confesión que nos gobernara, así que enseñé mi propia interpretación bíblica y mis predilecciones.
A lo largo de los años, continuamente nos enfrentamos a desafíos relacionados con nuestra pobre eclesiología. Carl Trueman publicaba regularmente sobre los problemas con Big Eva mientras argumentaba a favor de los credos y confesiones que rigen la iglesia. Me llamó especialmente la atención el argumento de Trueman de que, a menos que una iglesia esté gobernada por un estándar subordinado, el ministerio se centraría en torno a una gran personalidad o líder intelectual. Mark Dever (bautista) y Ligon Duncan (presbiteriano) arguyeron abiertamente que los hombres debían ser bautistas fieles o presbiterianos fieles, pero que no debían ser indecisos en cuanto a la eclesiología. El Dr. R. Scott Clark regularmente publicaba artículos en el Heidelblog arguyendo que los hombres de Acts 29 y otros en Big Eva, en realidad no eran reformados en lo absoluto.
Nos convencimos cada vez más de que estos hombres tenían razón, pero no teníamos idea de lo que eso significaba para nosotros y nuestra iglesia; nuestros ancianos estaban divididos sobre el tema del bautismo. ¿Tendríamos que dividirlos? Nuestra iglesia estaba creciendo y dando mucho fruto. ¿Queríamos perturbar la obra que el Señor claramente estaba haciendo? Amábamos a los miembros de nuestra iglesia y no podíamos soportar la idea de perder a ninguno de ellos. ¿Tendríamos que perturbar la paz y la unidad de nuestra iglesia? Jason y yo a menudo discutíamos, incluso abiertamente, que algún día la iglesia tendría que elegir un camino eclesiológico, simplemente asumimos que «un día» vendría después de haber cerrado una bendecida vida de ministerio entre los santos en Sovereign Grace. Asumimos incorrectamente.
NOTAS
1. Es importante que el lector sepa que John Piper acababa de escribir un artículo para su iglesia argumentando a favor de permitir que aquellos bautizados de niños se unieran a su membresía. Leí ese artículo y encontré en él una solución para nuestro problema.
2. Un término acuñado por el Dr. Carl Trueman que resumió la maquinaria de conferencias, publicaciones y ministerios paraeclesiásticos de lo que muchos llamaban los «jóvenes, inquietos y reformados».
—————————
Parte 5
Parte 3
El Boletín Reformado