Descubriendo la confesión reformada (parte 5): viejo, descansado y reformado

Parte 5 de 6 artículos escritos originalmente en inglés por el pastor Chad Vegas en el blog del Dr. R. Scott Clark. ~

Abadía de Westminster en Londres, Inglaterra

Una pregunta que me han hecho muchas veces durante el último año es: «¿Cuál fue el momento en que se te encendió el foco sobre convertirte en una persona reformada y confesional?» Desafortunadamente, no estoy seguro de saber la respuesta. Al reflexionar sobre mi tiempo en el ministerio durante los últimos veintitrés años, esta es la mejor manera de resumirlo: cuanto más estudiaba, leía e interactuaba con otros hombres, más se desarrollaban mis convicciones. Un día, descubrí que estaba aquí; había llegado a este punto. Sin embargo, me di cuenta de que gran parte de mi historia se puede contar a través de una breve lista de los hombres que me moldearon.

Unos años después de plantar Sovereign Grace, la nieta del Dr. Robert Strimple (presidente emérito del seminario Westminster Seminary de California) buscaba ser miembro de nuestra iglesia. Ella era una joven piadosa que se crió en una iglesia reformada fiel, donde fue bautizada en la infancia como hija de padres creyentes y que estaba convencida de que su bautismo era bíblico. Estábamos felices de recibirla como miembro.

Estaba sentado en casa estudiando cuando recibí una llamada telefónica del seminario Westminster Seminary de California. Contesté el teléfono, asumiendo que la llamada estaba relacionada con la recaudación de fondos; para mi sorpresa, escuché la voz distintiva del Dr. Robert Strimple, quien quería hacerme preguntas sobre nuestra iglesia; él estaba ansioso por conocer el carácter de la iglesia a la que asistía su nieta. En un momento me preguntó: «¿Exigirá que mi nieta se vuelva a bautizar para ser miembro?» Le respondí: «¿Quiere decir ser bautizado por primera vez, ya que el bautismo de infantes no es realmente bautismo?» A partir de ahí comenzamos una discusión sobre el bautismo y la membresía en la iglesia. Le expliqué que nuestros ancianos no estaban de acuerdo en el tema, pero que nuestra práctica era recibir como miembros a aquellos que fueron bautizados de niños sin necesidad de rebautizarse. Nunca olvidaré el intercambio que siguió.

Dr. Strimple: «¿Requiere su iglesia el bautismo para sus miembros?»
Yo: «Sí».
Dr. Strimple: «¿Su iglesia recibe como miembros a personas como mi nieta, que fueron bautizadas cuando eran bebés?»
Yo: «Sí».
Dr. Strimple: «¡Oh, entonces su iglesia cree en el bautismo de infantes!»
Yo: «Espera, eh, no. Bueno. . .»

Después de esa conversación sentí la desconexión significativa entre mi punto de vista declarado sobre el bautismo y la práctica de nuestra iglesia.1 Esta fue la primera vez que me di cuenta de que nuestra iglesia necesitaba encontrar su camino hacia una eclesiología. No sabía en qué dirección iríamos, cómo llegaríamos allí o cuándo podríamos hacer un cambio, pero sabía que algo tenía que cambiar.

Entrada del Dr. R. Scott Clark en la escena: regularmente me molestaba cuando escribía en el Heidelblog que los hombres como yo no éramos reformados. ¿Qué derecho tenía para definir el término reformado? Basado en el uso popular del término entre mis amigos, pastores a los que respetaba y conferencias a las que asistía, yo era reformado. Los argumentos que encontré en el blog fueron convincentes, pero su paradigma para pensar sobre estos asuntos me era ajeno. Decidí comentar en una de sus publicaciones; el Dr. Clark respondió y se ofreció a hablar fuera de línea, y comenzamos a hablar por teléfono de manera semi-regular. A través de estas conversaciones, comencé a entender lo que él quería decir con doctrina, piedad y práctica reformada.

A pesar de todas sus polémicas en línea contra la noción de bautistas reformados o evangélicos no confesionales que se hacen llamar «reformados», R. Scott Clark era mucho más católico [comentario del traductor: usando la palabra con su denotación de «universal», no relacionado en lo absoluto con la iglesia católica romana] y caritativo en persona de lo que imaginaba que sería. Él nunca me acusó de ser otra cosa que un pastor joven y fiel que luchaba con qué es una iglesia fiel y la práctica del ministerio. Ciertamente tiene una visión apropiada de la dirección confesional (Tres Formas de Unidad y Estándares de Westminster); sostuvo enérgicamente que reformado no era una etiqueta que perteneciera correctamente a hombres como yo. Me señaló libros y artículos para leer; no entendí del todo lo que quería decir, pero continué leyendo. Fue durante este tiempo que también leí varios artículos que él y otros escribieron sobre los temas de la teología pactual, la ley y el evangelio, el bautismo, el gobierno de la iglesia y las normas confesionales.

En el camino, también me hice amigo del Dr. Richard Barcellos, quien amable y consistentemente me mostró qué es la fidelidad confesional para los bautistas reformados. Rich Barcellos me presionó para que entendiera lo que los hombres que escribieron estas confesiones querían decir en su contexto histórico; Rich me animó a leer El imperativo del credo (The Creedal Imperative) por el Dr. Carl Trueman. Rich me ayudó a tomar en serio el teísmo clásico enseñado expresamente en la Segunda Confesión Bautista de Londres.2 Rich también me exhortó continuamente a evitar menospreciar a los hombres que ahora están donde yo estaba; fue gracias a Rich que comencé a estudiar más teología pactual histórica de los bautistas reformados; empecé a leer las obras de Pascal Denault, Sam Renihan y Nehemiah Coxe. Cuanta más teología pactual leía de los autores que sostenían la teología pactual de 1689, más reconocía mi divergencia teológica con respecto a ellos; simplemente no estaba viendo la continuidad de los pactos bíblicos de la misma manera que estos hombres la veían.3

Me volví cada vez más consciente del hecho de que yo era un evangélico sin amarras que intentaba nadar en aguas reformadas. Leí teología sistemática reformada con gran deleite; encontré un profundo y amplio acuerdo con los comentarios bíblicos reformados. Tenía un deseo creciente de ver a Sovereign Grace atada a una sólida tradición confesional reformada; sabía que la única otra opción era que nuestra iglesia continuara siguiendo las tendencias doctrinales y los pronunciamientos que surgían del púlpito. Todavía estaba luchando con lo que todo esto significaba para Sovereign Grace; tenía ancianos (gobernantes) de la iglesia que ya estaban convencidos de que bautizar a los hijos de los creyentes es una implicación necesaria de nuestra teología pactual; estaba de acuerdo con ellos en que la teología pactual reformada es bíblica,4 sabía que el bautismo de los hijos de los creyentes era una buena consecuencia; el problema era que todavía no estaba convencido de que fuera una consecuencia necesaria. Para ser justos, no sé en qué medida mi ceguera se debía a los temores sobre el costo de ver la necesidad del bautismo infantil. ¿Debería intentar presionar a la iglesia a unirse a una asociación de bautistas reformados confesionales? ¿Debería animarnos a comenzar a practicar los sacramentos de una manera más consistente con nuestra propia teología pactual afirmada? ¿Estaba completamente convencido de tal manera que estuviera dispuesto a pagar el costo de mi creencia?

Durante mi lucha con estas preguntas a lo largo de varios años, finalmente fueron los ancianos y los miembros de mi iglesia quienes me moldearon. Los miembros de nuestra iglesia hacían preguntas incisivas acerca de nuestras inconsistencias, preguntas que los ancianos estaban felices de recibir. Algunos de ellos incluso llegaron a respuestas confesionalmente reformadas antes que yo: éstos hombres me moldearon más que nadie. Sin embargo, no fui moldeado por ellos a través de momentos conmovedores; más bien, fue por las interacciones diarias que tuve con estos hombres; fue el estudio del sermón semanal y la oración; fue el intento de responder a las preguntas de nuestros miembros juntos; fue la lectura, la investigación y la enseñanza que hicimos juntos lo que nos trajo aquí. Finalmente llegamos juntos al punto en el que estábamos listos para aterrizar, para poner fin a nuestro viaje inquieto, y convertirnos en reformados y confesionales. Ahora nos estábamos volviendo «viejos, descansados ​​y reformados».

NOTAS

1. Para ser justos, hay bautistas reformados que han recibido como miembros a personas bautizadas en la infancia. Su práctica, sin embargo, generalmente tiene más que ver con el cuidado de las personas que no tienen una buena iglesia presbiteriana y reformada disponible que con la convicción de que los bautizados de niños fueron bautizados válidamente.
2. La doctrina de Dios y Cristo es sustancialmente la misma en la Confesión de Fe de Westminster. Además, el trabajo de Liam Goligher, Carl Trueman, James Dolezal y Sam Renihan me ayudó a comprender una doctrina más clásica de Dios.
3. Hay variaciones dentro del campo federalista de 1689 con respecto a la teología pactual. Lo que todos tienen en común es que el Nuevo Pacto es sustancialmente distinto de los pactos del Antiguo Testamento. Todos creen que mientras Abraham, Moisés, David et al., revelan el Pacto de Gracia, es sólo el Nuevo Pacto que es el Pacto de Gracia.
4. Por «teología pactual reformada» estoy haciendo referencia a esa corriente de pensamiento resumida en el séptimo capítulo de la Confesión de Fe de Westminster.

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Parte 4
Parte 6
El Boletín Reformado

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